sexta-feira, 24 de maio de 2013

DESORDEM [resenha por Café Azar]

DESORDEM

Resenha do novo trabalho de Cláudio Joner elaborado pelo antropólogo argentino Café Azar (de Posadas).


En tiempos como estos – e inclusive en otros también – uno podría cuestionar la idea de que el orden es una virtud, una meta, una solución, un cielo protector (tan ausente e impávido como el de Paul Bowles). Poner en evidencia el carácter caótico del mundo, de la vida, de las relaciones es lo que interpreto surge de ese bello puñado de canciones que nos regala Cláudio Joner, músico y compositor de Santa Rosa (RS, Brasil) en su CD Desordem (Resistência Produtora: 2013).

Acá, vale la pena, hacer una salvedad: el tema de lo conceptual. Aquello que atraviesa (fundamenta e ilumina) la estética de una obra de arte. Si bien la descarga de mp3 ha modificado – y resignificado – los modos y las maneras de escuchar música creando formas aún no del todo conocidas, creo, también, en que hay artistas que todavía apuestan a ofrecer mundos nuevos en formatos que envuelven (sin homogeneizar) algunas obsesiones, correlaciones y deseos en una serie de canciones que pueden ser interpretadas por sí mismas, pero que además están contenidas en un marco (universo) semántico que les provee otros brillos y miradas impensadas.

Las siete canciones de Desordem están firmadas por Claudio Joner, algunas en coautoría con Larry Wizniewsky y Edson Luiz André De Souza y, de las tres viñetas, una es de autoría compartida con Larry Wizniewsky y las otras dos tienen la firma del propio Claudio. Reincidencia del número impar, ajeno a la simetría que suele ser una de las formas del orden. Si hubiera que pensar en un número para imaginar el deseo, este sería – creo - impar. Jorge Luís Borges apuntó alguna vez que las cosas que tienden a equilibrarse hacen que veamos todos nuestros actos como justos, pero también, indiferentes. Volveré sobre la simetría, el orden y lo que rasga, distorsiona y desarma en un mundo donde el cielo se está cayendo a pedazos (Nicanor Parra dixit).

Las viñetas son breves intervenciones, como espectros que deconstruyen sonidos y palabras y nos recuerdan aquello que es y no es al mismo tiempo; tensando sentidos y reforzando el concepto de des-orden. Las canciones remiten a las tradiciones de la MPB, al samba, al jazz, a la música de puertos y fondas, a los valses, y al rock. Pop virtuoso ejecutado con elegancia, inspiración y potencia cuando se lo requiere. Músicos de frontera, con sonoridades mixtas y diversas: Marcelo Perez (teclado, saxo alto y soprano, clarinete y flauta) y Juanma Roca (armónica) de Posadas, Misiones, Argentina; y Léo Chitolina (violão y guitarra), Sandro Cartier (batería y percisión), Bruno Timm Esperon (Violín), Adriano Nêne Justen (acordeón), Edson Santos y João Fernando Lenz en voces, Alexandre García en guitarra en el tema O corte. Músicos, estos últimos, de Santa Rosa, Rio Grande do Sul, Brasil.

Pero esto tiene una vuelta, mientras el formato de las canciones remite a exquisitas armonías pop, las letras contienen ríspidas observaciones del caos de sentido y de afectos en donde intentamos hacer pié. Pensé en las fotos de Robert Mapplethorpe, en su simetría perfecta, en la delicada composición de luces y sombras y en el carácter revulsivo de las imágenes, incomodando, interpelando y quebrando ese orden formal con las pulsiones del deseo, del sexo, de lo que no puede dejar de ser anhelado y está negado, prohibido y silenciado. Y así “o ceu que nos protege, não ê céu. Ê u moco, um beco oscuro ê um breu.”(O ceu que nos protege). El cielo deshecho en drops de felicidad química sin dioses, ni paraísos. “Se tu não ta la, / então quem é que ta? / (Desorden dadá) / então quem é que da / a orden rapa!” (Adeus ãs intruções). Preguntas sin respuestas, al menos sin certezas, como broches de ropa amontonados apresando nada. Desordenados y sin instrucciones de uso, de vida. Descartes del deseo, basura de la pasión. “…me jogou pro espaço vazio do meu desejo / eu, e meus segredos.” (Atravessei o meu samba). Para, en carne viva, seguir buscando el brillo que ilumine la oscuridad del desequilbrio. “A fe afia a faca / ate que o osso brilha.” (O corte).

Perdidos en el desierto, accidentes indiferentes a la realidad del ser creamos paraísos inmóviles, ordenados y simétricos que “no pueden prometer más que un eterno aburrimiento.” (Simone de Beauvoir). Ese es el relato que las bellísimas canciones de Desorden nos proponen. Es en el caos, en el deseo, en el dolor y en el éxtasis donde dejamos de ser maquetas – ordenadas y estáticas – para aventurarnos en estados de conciencia inesperados y vitales. Las llaves de esos estados suelen encontrarse en las mejores tradiciones de las canciones pop. En ese camino – que nunca cesa - se encuentra Desordem de Claudio Joner.

Por Café Azar – Antropólogo.

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